La estadía en Rodas fue casual, típicas
vueltas del destino. Nuestra intención primaria era la de partir
cuanto antes para Santorini, pero dado que llegamos a las 19 horas y
el último ferry desde la ciudad del “Coloso” partía a las 17,
debimos quedarnos a pasar la noche allí.
La isla se encuentra situada al suroeste en
Turquía, siendo la más extensa del archipiélago y
en la cual viven poco más de cien mil habitantes. Aquí se encontraba
la inmensa estatua del "Coloso de Rodas", realizada en honor al dios
griego Helios, aunque varios siglos atrás supuestamente un terremoto
la derrumbó reduciéndola a un montón de escombros que ni siquiera
perduran al día de hoy.
Desde el puerto en el que desembarcamos debimos
caminar unos pocos metros para introducirnos en la parte antigua de
la ciudad, la cual te transportaba indefectiblemente a otra época. Las entradas
antiguas con sus arcos en piedra, las empedradas calles, los faroles
y sus fuentes, disparaban flashes de fotografías en blanco y negro hacia los
presentes. Muchos tangos se me venían a la cabeza en ese lugar, la
asociación con el lugar era cantada.
Comenzamos a circular con nuestro equipaje por
las calles de la ciudad en procura de encontrar alojamiento, lo cual
con el correr del tiempo comenzaba a ponerse dificultoso. Mientras
algunos se quedaron en custodia de las valijas para no seguir acarreandolas, otros partimos camino
a introducirnos en pasajes angostos, en calles asimétricas, que no
lograban llevarnos a ningún lugar concreto por un tiempo. Un par de
lugareños estaban empecinados desde que nos bajamos en el puerto en
ofrecernos sus moradas, pero algunas no logran colmar nuestras bajas
pretensiones o bien eran descartadas ante el trato poco
inteligente de su vendedor.
Finalmente, luego de más de una hora de
búsqueda terminamos encontrando techo. Caro, como todos los de la
zona, pero sumamente prolijo , bien ubicado y con un recepcionista con aires de
veterano metalero que invitaban a instalarse allí.
La recorrida nocturna siguió en la misma
tesitura de sorpresa con la que habíamos llegado a este lugar.
Paramos de camino a cenar en un puesto que vendía una especie de
kebabs, el cual era atendido por un amable veterano que nos agasajó
durante toda nuestra estadía con una hospitalidad de otra época
(como no podía ser menos con el lugar). Tomamos sobre la calle principal una inmensa bota de
cerveza que allí venden, y al día siguiente dedicamos el día a
hacer recorridas de ritmo tranquilo y sin apuros.
En horas de la tarde tomamos el ferry de la
compañía "Blue Star" que nos dejaría en Santorini, lugar que prometía por sus encantos. El mismo era una
versión mejorada del “Eladia Isabel”, cómodo, grande y con una
linda terraza para sacar alguna foto o respirar un poco de aire fresco en medio del mar. En
casi nueve horas llegamos a Santorini, en donde nos esperaba una
persona del Hostel para el traslado a su hospedaje en una parte
detrás de las sinuosas montañas.
El primer día en la isla lo tomamos para
conocer la zona en la que estábamos alojados, Perissa. Llamaba mucho la
atención la arena de color negro, algo impensado para lo que estamos
acostumbrado a ver y a tomar como estereotipo de playa. Luego del
desconcierto inicial comenzamos a disfrutar del paisaje, pese a que
el piso en horas de la tarde hervía desconsideramente, y a gozar de
unos cuantos baños en las transparentes aguas del lugar.
A la noche, luego de una multitudinaria cena
con otros compañeros del Grupo de Viaje que coincidimos en este
destino, salimos en busca de algún tipo de movida que jamás
apareció.
Para nuestro segundo día arrendamos unos
cuatriciclos que nos permitirían poder recorrer con libertad la
isla, de dimensiones mayores que lo pensado antes de conocerla. Dos
por "cuatri", casco y a llenar el tanque para aprovechar el día
conociendo los distintos rincones del lugar. La playa de arena roja,
“Red Beach”, que más que arena lo que posee es una suerte de
piedra que cae de la montaña dándole ese color particular, y alguna
que otra más que íbamos viendo de camino.
A la tarde emprendimos
camino en busca de un atardecer que prometía mucho en lo previo, con
fotos diversas que lo avalaban. Llegamos temprano, permitiendonos esto agarrar un lugar preferencial para ver la caída del sol
ante un marco descomunal a sus costados. Se fueron sumando
compatriotas, charlas sobre las últimas experiencias alrededor del
mundo y el encandilamiento general ante el marco que el horizonte
regalaba.
El retorno nocturno fue complicado. La falta de
señalización acorde, referencias erróneas, cansancio y alguna
cerveza “Mhytos” consumidas por los presentes, hicieron que la vuelta al hotel que debía insuminos cerca cuarenta y cinco minutos se extendiera a más de dos horas
de búsqueda infructuosa.
El ultimo día en Santorini fue
fundamentalmente de playa, aunque también sirvió para juntarnos con la camada de uruguayos
que había en la isla para ver el primer partido de Uruguay por los
Juegos Olímpicos frente a Emiratos Arabes.
Salimos con Diego en busca de esa tele salvadora, que nos permitiera disfrutar de partido birrita de por medio. Luego de una recorrida por la calle principal pudimos dar con un bar que tenía posibilidades de darnos ese gusto. Luego de que tomáramos literalmente el control para buscar la señal, dimos con un canal europeo que lo estaba pasando y que incentivó por tanto a la rápida solicitud de una jarra de cerveza para cada uno mientras nos íbamos acomodando. No llegamos a tomar dos tragos, cuando de repente aparece en la parte inferior de la pantalla la transmisión de Suiza versus Gabón, también correspondiente al fútbol olímpico y que se jugaba en simultaneo.
Nos miramos con Diego y sin necesidad de mediar palabra ambos pensamos: “no nos irá a cambiar la señal el partido de Uruguay por este partido medio pelo con dos selecciones que futbolisticamente hablando no existen”. Dicho, o mejor dicho pensado, y hecho. Chau partido y solamente cuando ocurría algo relevante te pasaban la jugada segundos después. Así fue que nos vacunaron primero los arabes sin dar crédito del resultado, pero luego al producirse el empate sentimos un grito con claro acento uruguayo al son de “uruguay nomá!” que venía de a unos escasos metros de donde estábamos. Salimos huyendo del bar en busca de las voces amigas, y a los pocos metros nos encontramos con el resto de uruguayos viendo el partido en otro local que tenía una buena conexión a internet proyectada desde un plasma. Tomamos algunas cuantas más, nos sorprendimos de ver que en la lista de precios figuraban fotos de uruguayos que la habían copado el restaurante el día del partido Uruguay cotra Ghana en el 2010, y salimos presurosos hacia el hostel para tomar un bus rumbo al puerto.
Salimos con Diego en busca de esa tele salvadora, que nos permitiera disfrutar de partido birrita de por medio. Luego de una recorrida por la calle principal pudimos dar con un bar que tenía posibilidades de darnos ese gusto. Luego de que tomáramos literalmente el control para buscar la señal, dimos con un canal europeo que lo estaba pasando y que incentivó por tanto a la rápida solicitud de una jarra de cerveza para cada uno mientras nos íbamos acomodando. No llegamos a tomar dos tragos, cuando de repente aparece en la parte inferior de la pantalla la transmisión de Suiza versus Gabón, también correspondiente al fútbol olímpico y que se jugaba en simultaneo.
Nos miramos con Diego y sin necesidad de mediar palabra ambos pensamos: “no nos irá a cambiar la señal el partido de Uruguay por este partido medio pelo con dos selecciones que futbolisticamente hablando no existen”. Dicho, o mejor dicho pensado, y hecho. Chau partido y solamente cuando ocurría algo relevante te pasaban la jugada segundos después. Así fue que nos vacunaron primero los arabes sin dar crédito del resultado, pero luego al producirse el empate sentimos un grito con claro acento uruguayo al son de “uruguay nomá!” que venía de a unos escasos metros de donde estábamos. Salimos huyendo del bar en busca de las voces amigas, y a los pocos metros nos encontramos con el resto de uruguayos viendo el partido en otro local que tenía una buena conexión a internet proyectada desde un plasma. Tomamos algunas cuantas más, nos sorprendimos de ver que en la lista de precios figuraban fotos de uruguayos que la habían copado el restaurante el día del partido Uruguay cotra Ghana en el 2010, y salimos presurosos hacia el hostel para tomar un bus rumbo al puerto.
El ferry que nos trasladó hasta Atenas fue considerablemente guerrero, sin asientos decorosos y con espacios inventados para tirarnos en el suelo y poder dormir hasta nuestra llegada. Nos agarró por sorpresa ya que no se comparaba en nada con los otros que habíamos tomado, que en lineas generales habían estado muy bien ambos.
Cansados luego de un largo viaje, nos quedó sólo
tiempo para dejar nuestro equipaje en la recepción y tomar un "tour a
pie gratis" que ofrecía nuestro hostel. La recorrida por los diversos
puntos relevantes de la ciudad que cuenta con una historia de más de
tres mil años, preveían un alto contenido de información para las
horas venideras.
En la capital griega la visita fundamental nos llevaba a conocer el Partenón,
ubicado en lo que anteriormente se conocía como la Acrópolis de
Atenas. Los templos "Athenas Nike" y "Propileos" también allí ubicados,
daban un marco que nos daba una pequeña impresión de la relevancia
de estas obras, aunque el deterioro de los mismos tiraban por borda
muchas expectativas en transportarse a otras épocas remotas.
Más tarde visitamos el Museo de la Acrópolis,
el cual mostraba la evolución del área desde 1300 hasta el mil
quinientos antes y después de cristo respectivamente, además de
esculturas extraídas del lugar, un video ilustrativo de las obras en
condiciones, además de diversos objetos de allí extraídos.
Disfrutable, probablemente se verían mejor si permanecieran en el
Partenón mismo.
Ya exhaustos por el calor y el trajín de un
largo día sin practicamente haber conciliado el sueño, nos dormimos
temprano ya que para tomar nuestro avión camino a Inglaterra
debíamos despertarnos en el entorno de las cuatro de la mañana.
Partimos rumbo a Londres con Ceci, lejos de
nuestra Familia de Viaje. En Grecia fue tiempo de despedidas en lo a
que esta aventura refiere, tanto de Vale y Siraco en Santorini, como
de Diego, Pau, Clau y Sole finalmente en Atenas. Otra etapa que se
cierra y mantiene guardada la satisfacción enorme de haber
compartido tantos momentos con un grupo de personas que cada una
desde su lugar aportó lo suyo para ser parte de esta hermosa
historia de mi viaje.
En algunos casos desconocidos antes de emprender esta aventura al rededor del mundo, en otros la oportunidad de conocernos mejor, respetarnos, querernos. Feliz, estas cosas probablemente tengan un legado de más valor que cualquier atractivo turístico. La vida, la amistad, el amor, conceptos que van de la mano a la hora de estar bien con uno mismo,con su entorno, con el vivír en armonía.
En algunos casos desconocidos antes de emprender esta aventura al rededor del mundo, en otros la oportunidad de conocernos mejor, respetarnos, querernos. Feliz, estas cosas probablemente tengan un legado de más valor que cualquier atractivo turístico. La vida, la amistad, el amor, conceptos que van de la mano a la hora de estar bien con uno mismo,con su entorno, con el vivír en armonía.
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