viernes, 27 de julio de 2012

Decimosexto Destino - Capadocia y Fethiye, Turquía

Arribar a Capadocia desde Estambul nos insumió más de doce horas. Por unos treinta dólares habíamos adquirido en una agencia local los boletos de omnibús que nos llevarían a esta enigmática ciudad, la cual deslumbraba a través de las fotos que muchas veces habíamos mirado y admirado durante años.

El viaje fue bastante agotador, de tobillos hinchados, dolores de espalda y sueños interrumpidos ante las diversas paradas que el bus iba realizando de camino.

Capadocia es un lugar que presenta una contextura geológica única en el mundo, consecuencia de erosiones volcánicas de miles de años atrás que han llevado a este aspecto natural actual increíble. Ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 1985 y cuenta con área protegida de más de nueve mil quinientas hectáreas.

La llegada a Goreme fue simplemente impactante. Una encandilante belleza que nos regalaban las construcciones del lugar sobre las mismas rocas, hacían desaparecer rapidamente las ganas de haber permanecido más días en Estambúl y los dolores que el viaje había traído consigo.


Nos hospedamos en un hostel cercano a la terminal, el cual como no podía ser de otra manera era de piedra y literalmente una cueva. La conexión con el lugar se alcanzó rápidamente, no siempre es fácil lograr esto en todos los destinos que uno visita.

El primer día lo tomamos para aclimatarnos, descansar un poco y comenzar a introducirnos en esta peculiar ciudad. Salimos, luego del almuerzo y unas horas de reposo, a dar una recorrida sin brújulas ni rumbo predefinido, dejando que el destino nos regalara por si sólo paisajes de ensueño y películas de ciencia ficción que paulatinamente iban apareciendo.


En la recorrida tuvimos la suerte de conocer a tres catalanes, David, Marta y Georgina, con los cuales nos enganchamos en una larga charla primero y luego compartimos unas cuantas cervezas nocturnas en unos banquitos al costado de las tranquilas calles del lugar. El amague de irme a dormir, algo común muchas veces en mi, se hizo presente en el entrono de la una y media de la mañana. Llegando al hostel, surgió expontaneamente una colgada y sumamente interesante charla con el amigo Siraco, que devino en el reencuentro con los nuevos colegas catalanes y la ida a un boliche local en busca de “la penúltima” de la noche. Seguimos hasta que nos cerraron las puertas, y pese a las amenazas de ir a activar las alarmas de rezo o de realizar algún otro acto de vandalismo, decidimos ir a descansar tranquilamente para el largo día que nos esperaba en unas horas. Sin lugar a dudas una de las partes más importantes, lindas y enriquecedoras del viaje es la de conocer gente. Siempre hay mucho que aprender y nuevas sonrisas de las cuales contagiarse .



Ese segundo día en Capadocia deparaba realizar un tour de todo el día para conocer la ciudad e inmediaciones más a fondo, sus paisajes, su historia y de ser posible también su gente y como viven. Las distancias que hay entre los lugares a visitar son en lineas generales lejanas desde el centro de Goreme, por lo cual tomar la opción de realizar una excursión se vuelve lo más viable para poder conocer la mayor cantidad de cosas que el lugar ofrece en poco tiempo. 

El “Green Tour”, como se denomina el que escogimos, se realizaba en una Van compartida con otros viajeros del mundo, con un guía que hablaba en inglés y un conductor que era sumamente parecido al conocido “Pelado” Peña.


El primer lugar en que paramos fue en lo alto de una colina, desde la cual se veía una vista panorámica de Capadocia que parecía irrealmente hermosa. Nos frotamos los ojos, se dispararon decenas de fotografías y seguimos camino a "Derinkuyu", también conocida como“Underground City”.

La misma es una ciudad subterranea como su nombre lo indica, la cual ha sido creada por sus pobladores a efectos de protegerse de diversas invasiones que han sufrido a lo largo de su historia. Cuenta con más de veinte niveles subterraneos, aunque sólo se nos permitió acceder a ocho, algunos sumamente estrechos a los que sólo podía accederse agachado y con escases de aire. Pudimos observar el lugar en donde en el pasado había dormitorios, iglesias, establos, bodegas, cocinas, o bien otros túneles que conectaban con otras ciudades subterraneas de la región. La asociación con los tuneles "Cuchi" de Vietnam era inevitable, los recuerdos a veces afloran.

Más tarde hicimos un disfrutable treking de una hora introcuidos dentro del Valle de Ilhara, rodeado de paisajes espectaculares que nos regalaba la naturaleza por donde uno mirara. Vegetación abundante, montañas, cuevas y el arroyo Melendiz que corría junto a nosotros a un costado de nuestra caminata. Vida, pura vida.


Almorzamos a orillas del río y más tarde fuimos camino a un lugar extraordinario como el Monasterio "Selime". En realidad poco tiene que ver en la actualidad con lo que nosotros conocemos como un monasterio, se asemeja más a una ciudad de piedra con infinitos recovecos, pasadizos, hermosas vistas y una estructura que ni al mejor escultor le podría haber quedado tan imperfectamente bella. Sin lugar a dudas uno de los lugares más lindos de Capadocia, que invita a perderse, a espiar por sus ventanas imaginarias y a hacer volar la mente al recorrerla. Aquí se iba a filmar parte de la película Star Wars, aunque por problemas con el gobierno turco de aquel entonces tuvieron que realizar la filmación en otro lado aunque con una escenografía inspirada en esto.



Cuando la tarde desaparecía y el sol comenzaba a caer, tomamos otro ómnibus con destino a Fethiye, abandonando así un lugar de fantasía. Un lugar practicamente imaginario, lleno de magia y paisajes de ensueño.

La pequeña ciudad de Fethiye es uno de los lugares con mayor crecimiento turístico de los últimos años en la zona, los cuales atraídos por sus hermosas playas acuden a conocerla. Se encuentra catalogada por alguno de esos rankings que andan en la vuelta como una de las "mejores playas del mundo" y seguramente diga que está "de más" la revista "Galerias".

El lugar era digno de ser admirado, sobre todo por el hermoso color de sus turquesas aguas. Lo menos rescatable eran sus arenas, o piedras mejor dicho, que hacían difícil el transitar sobre ella y que nos llevaba a valorar más aún nuestras playas en Uruguay, sus médanos y contextura. En la ciudad había también un centro lleno de bolichitos que prometen mucho, aunque dado que teníamos que salir a la tarde para Santorini no tuvimos la oportunidad de degustar algo en ellos.


Nos dimos unos cuantos baños en la playa como corresponde, almorzamos algo y partimos. Las ganas de vivir algo más allí, como ocurre en casi todos los destinos que visitamos, quedaron encendidas.

Así dejamos Turquía, envelezados por su belleza y con los deseos de retorno impregnados. Uno de los puntos altos del viaje sin lugar a dudas.

1 comentario:

  1. Que cagada lo del partido bro, pero que se le va a hacer! Imagino la experiencia habrá sido muy buena igual. Vi una bandera muy parecida a la mia atrás del arco uruguayo en el primer tiempo, un poco, serías vos?
    Bueno mañana con todo que arrancamos la sudamericana. Te espera tu butaca y la misma pasión de siempre. Un abrazo

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