martes, 10 de julio de 2012

Trigésimo Destino - Nueva Delhi, India

La llegada a Nueva Delhi fue silenciosa, con expectativas de conocer más sobre la vida de Mahatma Gandhi y lo incierto que el destino nos ofreciera por aquí.

Luego de un extenso viaje desde Jaipur, sin tiempo para desempacar partimos a una recorrida por la capital de la India. Cuando uno llega a esta ciudad percibe claramente estar frente a un desarrollo considerablemente mayor del visto en los otros destinos visitados en este país. Si bien la pobreza se sigue vislumbrando de manera constante, no llega a los niveles sumamente altos que se observaban por ejemplo en Jaipur o en algunas partes de Agra, al menos en las zonas que pudimos frecuentar nosotros que quizás no sean el parámetro correcto de comparación. Calles pavimentadas, semáforos, autos, ruido, el clásico caos en el tránsito asiático, ausencia de vacas durmiendo en las calles en un número desmedido, o el calor intenso, son sólo algunas de las primeras postales por aquí.

El primer lugar que recorrimos al llegar a Delhi fue el complejo en donde se aloja la “Torre Qutub”. La misma es un símbolo sumamente importante para los musulmanes, dado que fue el primer templo islámico en ser construido en India. Cuenta con una altura aproximada de 72,5 metros, 379 pisos, siendo la torre de piedra más alta en todo el país. A uno se le pierde la vista al observarla, destacándose las terminaciones talladas sobre la piedra, además del entorno en el que se encuentra el cual es una combinación de espacios verdes con monumentos de piedra de épocas remotas.


Luego de una recorrida por el lugar y de las fotos de rigor, partimos con destino al “Templo Baha'i”, también conocido como “Templo Loto”. La apariencia del mismo inevitablemente me transportó rápidamente al Opera House de Sydney, aunque aquí la música clásica brilla por su ausencia. El centro religioso, creado por una corriente de nombre Bahá'i, tiene un diseño inspirado en la flor de loto, símbolo de pureza y amor, el cual se asocia a la religión y adoración también en la India. El blanco resplandece desde lo lejos, y desde cerca se pueden observar nueve piscinas de agua que la rodean, las cuales crean un sistema de refrigeración natural del salón de oración principal que se ubica en el centro de la misma. Nos descalzamos para entrar, se escucharon las quejas típicas, hicimos una rápida recorrida y partimos huyendo del calor; Moneda corriente de estos días de efecto “apertura de horno en un día de enero” que nos regala India.

Al día siguiente en la mañana fuimos a conocer la “Tumba de Humayun”, que data del año 1570 y ha sido la primer tumba Jardín en ser construida en este país. La misma sirvió como inspiración para la construcción del Taj Mahal, pudiendo esto apreciarse ni bien uno ingresa al recinto aunque con una dimensión considerablemente inferior a la del mítico monumento de Agra.


Además este segundo día en Delhi nos marcaba un itinerario centrado en una de las personalidad más importantes en la historia de India y de la humanidad: Mahatma Gandhi.

Partimos entusiasmados con destino al lugar en donde se encuentra su tumba y memorial, en Raj Ghat. Hermosos jardines sumamente cuidados es lo primero que alcanzo a divisar al acercarme a la zona del mausoleo y que me llama la atención por ser muy contrario a lo que uno espera generalmente de este tipo de lugares. La tumba de mármol negro de este incansable luchador por la paz e independencia de este país, estaba rodeada de peregrinos lo cuales intuyo estaban rezando o simplemente dando muestras de afecto a alguien tan importante para la India y sus vidas.

 

Me quedé un rato contemplando la tumba y el lugar, perdiendo mi mirada en el fuego que se mantiene incansablemente encendido desde la creación de este espacio. Intenté reflexionar un poco sobre lo injusto de su asesinato y de como fue posible que la paz impulsada por él, su humildad, ideas e ideales hayan podido más que la violencia tan hecha costumbre a lo largo de la historia mundial. Salvando las distancias y sin querer hacer comparaciones incomparables, me vino la imagen a la mente de Lennon mientras estaba allí parado. El factor común de lo injusto de sus muertes, pero también la vigencia de una filosofía de vida y del legado invalorable que han dejado inmortalmente en la vida de generaciones de soñadores que luchan por un mundo más justo y mejor para todos. Las banderas de la paz, el amor y la vida, flameando frente a las adversidades de un mundo enfermo y violento. Referentes indudablemente necesarios para nuestras vidas y la conciencia colectiva.



Salimos rápido del mausoleo para visitar el Museo también de Gandhi, a unos pocos minutos de distancia entre uno y otro. Aquí pudimos disfrutar en la recorrida de mucha información de su vida, su infancia y las diferentes etapas que atravesó hasta su muerte, las transformaciones que lo llevaron a ser el icono intergeneracional que es hoy en día, sus ropas, efectos personales, fotografías, estatuas, pinturas. En fin, más información y las puertas abiertas para conocer a alguien tan importante para la historia universal, en uno de los lugares por los que tanto lucho verlos libre sin necesidad de que las calles se tiñan de sangre y violencia. Me quedo con las vigentes palabras que dijo alguien “un poco inteligente” como Albert Einstein: "Las generaciones que vienen, apenas creerán que un hombre como éste caminó la tierra en carne y hueso.". Sin dudas, espero los referentes sigan apareciendo y no se esfumen en el mundo materialista e individualista que muchos proponen construir hoy en día.


Cuando ya el horno era insoportable, salimos de recorrida por un mercado local típico, pasamos frente al “Fuerte Rojo” de Delhi, y retornamos al hotel para descansar del trajín de estos días tan intensos. Nuevamente la información era mucha, las sensaciones diversas y el tiempo corriendo en nuestra contra como para poner todo en orden.

Con esto finaliza nuestra peripecia por India, con confirmaciones, certezas parciales y las imágenes de un país con un futuro limitado en muchos aspectos y necesidades complejas de toda índole. El agradecimiento para nuestros guías, Ankit y Nakul, por mostrarnos y enseñarnos tanto sobre el lugar en que nacieron y viven, con una alegría contagiosamente constante. Los oasis en el desierto de este país, la luz de esperanza al final del túnel.

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