La llegada a Awsan fue mediante un vuelo interno y de escasos minutos. Las condiciones de seguridad para hacerlo por tierra, como era costumbre en el Grupo de Viaje, se entendía no estaban dadas en este momento por lo que se suprimió realizar este tramo en tren. Si bien en nuestra estadía en Egipto no hemos presenciado ningún suceso que nos hiciera temer por nuestra integridad, el hecho de viajar permanentemente custodiados por gente armada, hacía que tomáramos cierta conciencia de que el lugar no daba para estarse regalando y que las precausiones nunca estaban de más.
Lo primero que conocimos en esta ciudad fue la “Represa de Aswan”, la cual fue construida para evitar que las aguas procedentes de Uganda y Sudán llevaran al desborde del río y generar una gran cantidad de pérdidas en las cosechas, templos, como demás aspectos de la zona. Esta represa permite además proveer de energía la zona, así como también administrar el caudal de agua para afrontar los meses de sequía que generalmente afectan a la región. La misma no logró generar en mi un atractivo particular, más allá de que la vista que ofrecía por encontrarse entre el Río Nilo y el Lago Naser ameritaba algún elogio por el contexto en que se encuentra ubicada.
A unos pocos kilómetros de allí se ubica el “Templo de Philae”, el cual tiene la particularidad de encontrarse en medio de una isla, a la cual que sólo puede accederse a través de un bote luego de un corto recorrido. Este templo fue construido en honor a la "Diosa Isis", diosa de la magia y símbolo tanto de la fertilidad como de la vida. El mismo supo estar sumergido en gran parte por las aguas que lo rodean, notandose en algunas partes el deterioro que ha sufrido por esta causa. La mezcla de estilo griego y romano se aprecia en las construcciones del templo, las marcas de las inundaciones que tiñen de negro sus columnas también.
Más tarde hicimos también el paseo probablemente más “de relleno” de lo que va del viaje, visitar el monumento denominado “Obelisco Inacabado”. Básicamente era una roca en medio de una cantera de granito, que si uno se esforzaba mucho (o consumía algún tipo de sustancia previamente) podía llegar a entender el fundamento de nuestra visita. Sólo daba para tirar algún chiste previsible y disfrutar de sobremanera el aire acondicionado del ómnibus que nos trasladaba de un destino a otro, dados los cerca de cuarenta grados de temperatura que había en esos momentos.
Uno de los momentos más esperados nos esperaba poco tiempo después: abordar un Crucero a través del cual durante cuatro días recorreríamos parte del país por las aguas del Nilo. Dada la gran cantidad de gente que somos en esta etapa del viaje, cerca de trescientos cincuenta, nos dividieron en dos grupos diferentes para estos días. Nos tocó el crucero de mayor dimensión, de nombre “Tuya”, que era sumamente completo y lujoso para nuestras pretensiones. Camarotes espaciosos para dos, restaurante, terraza, piscina, pub, sala de masajes, tiendas de venta de ropa, y algún servicio más que se me escapa, se encontraban desperdigados a lo largo de los tres pisos del mismo. También había allí un hermoso piano en el hall de entrada, el cual supimos disfrutar haciendo algo de música en horas de la siesta egipcia. Con el Mago al piano, Claudita en sus habituales coros y mi rascada de viola habitual, interpretamos unos cuantos temas diversos, variados y en algunos casos bizarros como de costumbre.
Luego de reconocer la cancha devenida en barco, hicimos un paseo opcional que consistía en una recorrida a bordo de un velero por las aguas del Nilo hasta la ciudad en donde habita una especie de “tribu” local denominados “Nubios”. Realizamos un baño refrescantemente disfrutable en las frías aguas del río, algunos optaron por realizar un paseo en camello por la zona, vimos un criadero de cocodrilos y finalmente tomamos una copa de bienvenida con una vista espectacular a nuestras espaldas.
De retorno en nuestro pequeño barco, mientras navegabamos decidimos con unos pocos compañeros subir a la azotea del mismo para ver el inminente atardecer que lentamente se imponía desde allí. El desierto del Sahara asomaba a uno de nuestros costados, la magia que el lugar regalaba en cada metro que íbamos avanzando era impagable. Dada la presencia en el lugar de nuestro guía egipcio, Mustafá, arovechamos el momento para informarnos y aprender más sobre la situación actual en la que se encuentra Egipto en estos momentos. Una charla sumamente enriquecedora, cargada de información desconocida, vista desde una óptica diferente y alejada de los intereses que los medios de comunicación manejan. Una tarde simple, pero sumamente bella y de una necesaria tranquilidad que imponía el propio lugar.
El día siguiente empezó a las tres de la mañana, vianda en mano partimos a conocer los templos "Abu Simbel" en un viaje en ómnibus de unas cuatro horas. Tuvimos que salir en una especie de caravana, dado que para este trayecto se recomienda a los turistas hacerlo con custodia policial para evitar así posibles contratiempos en la ruta. Se vió todo muy tranquilo, mucha arena de camino y nada que presumiera algo extraño.
En "Abu Simbel" se encuentran dos majestuosos templos, uno en honor de Ramsés II y otro más pequeño en honor a su esposa favorita Nefertari. Estos inmensos e impresionantes templos debieron ser desplazados años atrás por unos cuantos metros sobre montañas artificiales, debido a que las crecientes en las aguas hacían que los mismos corrieran riesgo de destruirse o deteriorarse por este motivo. Para hacer esto, que parece prácticamente imposible dado el tamaño de los mismos, fue necesaria la ayuda de la UNESCO quien aportó gran parte del dinero necesario para realizar esta tarea sumamente compleja que no evidencia ninguna secuela alguna de este traslado.
El templo de Ramsés II cuenta con cuatro grandes estatuas en su puerta, las cuales simbolizan las distintas etapas atravezadas a lo largo de su vida. Salvo una de ellas, que ha sufrido una rotura a causa de un terremoto, el resto se encuentra en un increíble perfecto estado. En su interior hay más de estas, aunque más pequeñas, además de una gran cantidad de pinturas sobre las piedras que adquieren diversos significados para esta cultura milenaria.
El contexto en el que se encontraban ambos templos, con un radiante Lago Naser a sus espaldas, hacían de esta visita una de las más impactantes de Egipto y probablemente del viaje. Contemplé el lugar desde lo lejos, desde cerca. A veces parece mentira que uno realmente esté frente a este tipo de maravillas que el mundo ofrece.
Volvimos al hotel sumamente cansados por las pocas horas de sueño conciliadas en los últimos días, sumados al trajín que el lugar impone y las altas temperaturas reinantes. Luego de una buena siesta, realizamos una larga jornada de bebidas y relax en la piscina de la parte superior del crucero que permitieron dejar por un tiempo atrás las recorridas de templos y similares, el andar incansable, el conocer constante que por momentos abruma ante la falta de tiempo de proceso de las cosas que se viven de manera constante.
A la noche fue turno de disfrutar de una fiesta de disfraces en el restaurate ubicado en el interior del crucero, la cual había sido organizada por el grupo para esa noche de viaje. Adquirí un atuendo árabe fusionado con elementos que iba consiguiendo de camino, como una bata, unas pantuflas, lentes "Ray ban", o un vaso retacón de whisky, que poco tenían que ver con la idea primaria. La fiesta estuvo sumamente divertida, bailamos la música de siempre, baño en la piscina y vimos como las amenazas de baño al Nilo se fueron diluyendo junto con la noche.
A la noche, ya amarrados en la ciudad de Edfu, tomamos un ómnibus que nos llevaría hasta el “Templo de Karnak” en donde disfrutaríamos de un espectáculo de luces y sonido. Este es un complejo de tres templos, que lo convierten en el mayor en Egipto. El mismo fue enviado a construír por el Rey Amenhotep, aunque fue finalizado y ampliado por otros faraones posteriores.
A nuestra llegada se encontraba en penumbras, practicamente no se podía divisar lo que nos esperaba conocer minutos más tarde. Unas potentes voces en castellano comenzaron a hablarnos desde los parlantes del interior, las luces comenzaron a encenderse tenuemente y las inmensas puertas se abrieron de par en par invitandonos a adentraramos en el lugar.
Las historias eran un poco confusas, aunque el lugar era sumamente cautivante por donde se lo mirara. Jeroglificos en las paredes, estatuas, un lago que generaba reflejos increíbles con los juegos de luces que se iban encendiendo a medida que las historias se iban sucediendo.
Un momento gratificante, digno de una película de misterio, que hizo que el sueño se prorrogara gustoso frente a un espectáculo de perfecta sincronización y desarrollo.
El cuarto día de crucero en Egipto implicaba trasladarnos hasta Luxor, en donde a primero hora del día visitaríamos la necrópolis de Tebas. Allí conocimos en primer lugar el “Valle de los Reyes”, lugar en donde hicieron las tumbas faraones de varias dinastías. Tuvimos la oportunidad de ingresar a varias de ellas, en las que sobresalen la gran cantidad de pinturas en sus paredes. Llama la atención como las mismas conservan el color, aunque tiempo después descubrimos que muchas de ellas han sido retocadas para que no se pierdan tras los ladrillos que las alojan. La más conocida de la zona es la de Tumba de Tutancamón, para la cual es necesario pagar algo extra para su ingreso, aunque al igual que el resto se encuentran despojadas de la gran cantidad de tesoros que originalmente albergaban.
Ese día también visitamos el “Valle de las Reinas”, con aspectos similares al de los Reyes, además del Templo de Hatchpsut construido en honor a la primer mujer que gobernó este país durante más de veinte años.
El resto del día siguió de descanso, ya que la tónica de estos días en Egipto han sido la de levantarnos sumamente temprano prácticamente todos los días, lo que sumado al intenso y sofocante calor hacían difícil poder sumar más recorridas en nuestro itinerario.
A la noche organizamos otra jornada de encuentro bebible bailable para despedir a varios amigos que ya se bajaban del Grupo de Viaje. En horas de la madrugada partimos hacia El Cairo para enganchar el vuelo hacia Sharm El Sheik en donde tomaríamos unos cuantos días de relax y despedirnos de esta etapa grupal que tanto hemos disfrutado.
La estadía en El Sharm se resume a cinco días de descanso en un lujoso resort que cuenta con inmensas piscinas, toboganes de agua, deportes acuáticos, y posibilidad de realizar saltos desde un muelle directo al azul Mar Rojo. Visitas al centro de la ciudad en busca de víveres y cena diaria. Un controvertido evento que organizamos con la colaboración de otros compañeros que desembocó en una cuenta de mil doscientos dolares por daños diversos y posterior asamblea. Reencuentro con muchos amigos, desencuentro con otros. Desayunos abundantemente interminables, charlas, más piscinas, partidos de fútbol cinco. Despedidas afectuosas, cariños intactos y deseos de lo mejor para lo que se viene, acá y en Uruguay.
Un párrafo aparte para la despedida de dos grandes amigos que me ha dejado este viaje: beto y mago. Parte de la “familia de viaje” se ha separado momentaneamente, al menos en mi caso hasta la vuelta a Montevideo. Más de tres meses juntos, con innumerables historias compartidas y momentos que van a quedar guardados en el mejor de mis recuerdos. Los toques, las imitaciones, las risas, las conversaciones, los whiskys sólos y cortados con coca. El Flaco Spinetta, Charly, “Cecilia”, Cabrera y “la radio en la rambla”. Espero que estas sean sólo las primeras hojas a escribir. Simple y complejamente: gracias por tanta vida amigos.
Bro me debes una foto del atardecer en la azotea del barco!!!
ResponderEliminarLo que seria esa postal Carajo!!!
y la fiesta de disfraces ! con esa Bata "ta manana" te falta el abano en la derecha y el KEWI EN la izquierda!