Amsterdam
es una ciudad pequeña, en la que tan sólo viven setecientos
cincuenta mil habitantes, aunque la afluencia de turistas hace que
ese número se incremente considerablemente. Las asociaciones a la
legalización de las drogas y la prostitución son inevitables al
visitar la ciudad, aunque limitarlo a esto sería tener un horizonte
elevadamente acotado.
En
la zona en la cual nos hospedamos se respira una gran tranquilidad,
es un lugar de casas pequeñas, tranvías que deambulan silenciosos
por las calles, y puentes sobre los cuales corren canales de agua con
la misma paz en la que parece vivir esta ciudad. El frío y la lluvia
nos daban la bienvenida cuando la noche comenzaba a abrazar la
ciudad, aunque daba gusto caminar por un lugar así, tan lleno de
encanto y misteriosa belleza.
Amanecimos
a media mañana y decidimos salir a caminar por las calles, eso de
por si ya tenía un encanto propio en si mismo. Los canales parecían
marcarnos el camino, las bicicletas a nuestros costados pasaban una
detrás de otra, en una ciudad creada para que estas tengan un rol
fundamental en la vida de ella. Las mismas cuentan con sus propios
carriles y semáforos específicos para determinar su paso, los autos
parecen relegados a un rol secundario como medio de transporte por
acá.
Nos
cruzamos con varios parques, museos e iglesias que adornaban la ciudad. La
tranquilidad aún era absoluta, aunque a medida que nos íbamos
acercando al centro de la ciudad de a poco comenzaba a alterarse
levemente. La marihuana comenzaba a verse repetidamente, aunque no en
el consumo por ahora, sino en la innumerable cantidad de comercios que vendían
cosas relacionadas. Remeras, tucas, pipas, hojillas, galletas,
chupetines o bebidas, eran sólo algunos de los artículos que se
ofrecían con cannabis de por medio.
Bordeamos
el río “Amstel”, y minutos más tarde llegamos al centro de la
ciudad. Paramos en la “Plaza del Dam”, en donde aprovechamos para
descansar y observar la vista que la misma regalaba. A uno de sus
costados podíamos apreciar el“National Monument”, obelisco
realizado en honor a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial.
En el mismo se simbolizan la paz, la guerra y la resistencia a través
de la imagen de una mujer con un niño en brazos, varios hombres y algunos perros,
respectivamente. Al otro lado teníamos la basílica “Nieuwe Kerk”,
la cual ha pasado de ser objeto de cultos religiosos y coronaciones
de la familia real holandesa, a ser utilizada al día de hoy para
exposiciones y conciertos de órgano.
Seguimos nuestro andar, pasamos por el inmenso edificio en ladrillo “Beurs Van Berlage”, lugar que aloja hoy día a la Orquesta Filarmónica de Amsterdam, y llegamos hasta “Centraal Station” en donde nuestro mapa finalizaba sus indicaciones.
Cenamos temprano en este punto de la ciudad, que es por demás costoso, y paseamos por las calles aledañas a la “Zona Roja” y luego por este lugar mismo. Ya el bullicio aquí era importante, las ofertas de todo tipo también, aunque nunca llegaban a ser lo suficientemente atomizantes como para sentirse incomodo. Las vidrieras ofrecían venta de carne diversa, los sex shop se multipicaban a cada paso y las luces comenzaban a arremeter cuando la noche aparecía. Los “Coffee Shop” también eran innumerables, entramos a uno prolijo y oscuro, para partir más tarde retorno a nuestro hostel en las afueras del descontrol central.
Al día siguiente teníamos que procurar nuestros pasajes de tren para el trayecto europeo, por lo que nos trasladamos nuevamente hasta “Centraal Station” en busca de nuestros Eurail Pass correspondientes. Para no extrañar a nuestros queridos organismos públicos, como la DGI o el BPS, "se cayó el sistema" de venta de boletos por lo que debimos esperar un largo tiempo para poder ser atendidos.
Luego de la extensa perdida de tiempo, fuimos a visitar una atracción homónima: “The Heineken Experience”. La misma implicaba una larga recorrida por la historia de la principal cerveza holandesa: sus orígenes, fundadores, proceso de elaboración, degustación y cierre como no podía ser de otra manera, tomando una. Estuvo muy entretenida la visita, algunas cosas nuevas aprendidas, aunque el precio probablemente era un poco excesivo para el paseo (o más bien para nosotros).
Cenamos una pasta en un restaurante de comida italiana, traicionando así a los incondicionales Ronald o Burguer, para más tarde retornar a nuestro hospedaje con una intensa lluvia que cubría la ciudad en esas tranquilas horas luego del atardecer.
Vamo arriba! Que lindo lugar parece ser amsterdam! A ver que souvenir nos traes de esa meca eh!!! jejejeje Mientras no sea nada con forma de miembro extraido de algún sex shop de esos que frecuentaste cualquier cosa!
ResponderEliminarTe noté bastante tranqui (o quizás ya mas discreto?), yo pense que te iba a a ver en algún estadete recorriendo la ciudad en chiva pero me sorprendiste o degustando no ya un brownie sino una torta entera en algún cofee shop!
Bueno ya queda poco eh! Te esperamos por acá.
Un abrazo
Me encantó el buzo che! Sino lo queres cuando vuelvas te lo acepto!! jajajaj ajaja
ResponderEliminarBro! Falta Info del viaje de cogo en el Cofee Shop!!!
ResponderEliminarCARIBE EL COGOOOOo!!!JAJAJAJJAjJAJAJAJA!!!
ResponderEliminarLa Bienvenida, COn todo. Bro
Es UN GOL de media cancha qe sea Viernes!
ARRANCAMO A MEDIODIA Y terminamo el Sabado!
vamoooo
a gOZAr esos ultimos dias de este gran Viaje