sábado, 4 de agosto de 2012

Decimonoveno Destino - Amsterdam, Holanda


Amsterdam es una ciudad pequeña, en la que tan sólo viven setecientos cincuenta mil habitantes, aunque la afluencia de turistas hace que ese número se incremente considerablemente. Las asociaciones a la legalización de las drogas y la prostitución son inevitables al visitar la ciudad, aunque limitarlo a esto sería tener un horizonte elevadamente acotado.


En la zona en la cual nos hospedamos se respira una gran tranquilidad, es un lugar de casas pequeñas, tranvías que deambulan silenciosos por las calles, y puentes sobre los cuales corren canales de agua con la misma paz en la que parece vivir esta ciudad. El frío y la lluvia nos daban la bienvenida cuando la noche comenzaba a abrazar la ciudad, aunque daba gusto caminar por un lugar así, tan lleno de encanto y misteriosa belleza.


Amanecimos a media mañana y decidimos salir a caminar por las calles, eso de por si ya tenía un encanto propio en si mismo. Los canales parecían marcarnos el camino, las bicicletas a nuestros costados pasaban una detrás de otra, en una ciudad creada para que estas tengan un rol fundamental en la vida de ella. Las mismas cuentan con sus propios carriles y semáforos específicos para determinar su paso, los autos parecen relegados a un rol secundario como medio de transporte por acá.


Nos cruzamos con varios parques, museos e iglesias que adornaban la ciudad. La tranquilidad aún era absoluta, aunque a medida que nos íbamos acercando al centro de la ciudad de a poco comenzaba a alterarse levemente. La marihuana comenzaba a verse repetidamente, aunque no en el consumo por ahora, sino en la innumerable cantidad de comercios que vendían cosas relacionadas. Remeras, tucas, pipas, hojillas, galletas, chupetines o bebidas, eran sólo algunos de los artículos que se ofrecían con cannabis de por medio.


Bordeamos el río “Amstel”, y minutos más tarde llegamos al centro de la ciudad. Paramos en la “Plaza del Dam”, en donde aprovechamos para descansar y observar la vista que la misma regalaba. A uno de sus costados podíamos apreciar el“National Monument”, obelisco realizado en honor a los caídos durante la Segunda Guerra Mundial. En el mismo se simbolizan la paz, la guerra y la resistencia a través de la imagen de una mujer con un niño en brazos, varios hombres y algunos perros, respectivamente. Al otro lado teníamos la basílica “Nieuwe Kerk”, la cual ha pasado de ser objeto de cultos religiosos y coronaciones de la familia real holandesa, a ser utilizada al día de hoy para exposiciones y conciertos de órgano.



Seguimos nuestro andar, pasamos por el inmenso edificio en ladrillo “Beurs Van Berlage”, lugar que aloja hoy día a la Orquesta Filarmónica de Amsterdam, y llegamos hasta “Centraal Station” en donde nuestro mapa finalizaba sus indicaciones.



Cenamos temprano en este punto de la ciudad, que es por demás costoso, y paseamos por las calles aledañas a la “Zona Roja” y luego por este lugar mismo. Ya el bullicio aquí era importante, las ofertas de todo tipo también, aunque nunca llegaban a ser lo suficientemente atomizantes como para sentirse incomodo. Las vidrieras ofrecían venta de carne diversa, los sex shop se multipicaban a cada paso y las luces comenzaban a arremeter cuando la noche aparecía. Los “Coffee Shop” también eran innumerables, entramos a uno prolijo y oscuro, para partir más tarde retorno a nuestro hostel en las afueras del descontrol central.


Al día siguiente teníamos que procurar nuestros pasajes de tren para el trayecto europeo, por lo que nos trasladamos nuevamente hasta “Centraal Station” en busca de nuestros Eurail Pass correspondientes. Para no extrañar a nuestros queridos organismos públicos, como la DGI o el BPS, "se cayó el sistema" de venta de boletos por lo que debimos esperar un largo tiempo para poder ser atendidos.


Luego de la extensa perdida de tiempo, fuimos a visitar una atracción homónima: “The Heineken Experience”. La misma implicaba una larga recorrida por la historia de la principal cerveza holandesa: sus orígenes, fundadores, proceso de elaboración, degustación y cierre como no podía ser de otra manera, tomando una. Estuvo muy entretenida la visita, algunas cosas nuevas aprendidas, aunque el precio probablemente era un poco excesivo para el paseo (o más bien para nosotros).



Cenamos una pasta en un restaurante de comida italiana, traicionando así a los incondicionales Ronald o Burguer, para más tarde retornar a nuestro hospedaje con una intensa lluvia que cubría la ciudad en esas tranquilas horas luego del atardecer.



4 comentarios:

  1. Vamo arriba! Que lindo lugar parece ser amsterdam! A ver que souvenir nos traes de esa meca eh!!! jejejeje Mientras no sea nada con forma de miembro extraido de algún sex shop de esos que frecuentaste cualquier cosa!
    Te noté bastante tranqui (o quizás ya mas discreto?), yo pense que te iba a a ver en algún estadete recorriendo la ciudad en chiva pero me sorprendiste o degustando no ya un brownie sino una torta entera en algún cofee shop!
    Bueno ya queda poco eh! Te esperamos por acá.
    Un abrazo

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  2. Me encantó el buzo che! Sino lo queres cuando vuelvas te lo acepto!! jajajaj ajaja

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  3. Bro! Falta Info del viaje de cogo en el Cofee Shop!!!

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  4. CARIBE EL COGOOOOo!!!JAJAJAJJAjJAJAJAJA!!!
    La Bienvenida, COn todo. Bro
    Es UN GOL de media cancha qe sea Viernes!
    ARRANCAMO A MEDIODIA Y terminamo el Sabado!
    vamoooo
    a gOZAr esos ultimos dias de este gran Viaje

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