miércoles, 20 de junio de 2012

Doceavo Destino - Katmandú, Nepal

El inicio de la vida en el Grupo de Viaje implicaba un cambio importante en la modalidad de viaje que veníamos llevando en estos dos meses previos alrededor del mundo. Cada una de estas tiene sus marcadas diferencias, por tanto sus pro como sus contras hacen difícil calificar una situación como mejor o peor que la otra; son definitivamente distintas y ambas ampliamente disfrutables.

La llegada a Nepal fue tarde en la noche, luego de un vuelo de más de seis horas y con escala en Bangladesh incluida. Llegamos muy cansados pero contentos de reencontrarnos con mucha gente querida, con las cuales hemos tenido la suerte de conocer en el año y medio de preparación del viaje.
La característica que primero observé de esta etapa del viaje, bastante contraria a lo que era la libre anterior, es la de una planificación minuciosa y estructurada de las actividades del día, así como también de sus horarios. El pizarrón en la puerta del lujoso hotel en el que nos hospedamos nos marcaba el horario en el que había que levantarse, del desayuno y de salida para hacer las visitas del día.

Había cinco ómnibus diferentes para todo el grupo, contando cada uno con un guía que hablaba en español y que nos comenzaba a contar cosas del país, su cultura, historia y gente.


Nepal es un país que cuenta con aproximadamente un 70% de su población de religión hinduísta, un 20% son  budistas y el restante 10% se divide entre otras religiones, fundamentalmente la católica. Esto se observa claramente en las costumbres y forma de vida de su gente. La sociedad mayoritariamente se  encuentra dividida en Castas, que serían por trazar una paralelismo con nuestra cultura algo así como clases sociales. En las más altas están ubicados los sacerdotes, luego aparecen los guerreros, los comerciantes y en las más bajas tanto los obreros como quienes trabajan en los crematorios. No se pueden casar dos personas de diferente castas, lo cuál al escuchar estos relatos, me lleva ha remontarme a otras épocas antiguas y a un contexto sumamente distinto al del mundo occidental en el cual vivo. Igualmente esto se está comenzando a abolir en estos tiempos, ayudado también por las épocas de crisis económica y falta de trabajo que atraviesa el país, las cuales hacen que por ejemplo personas de las castas altas hayan tenido que trabajar en tareas que corresponderían una inferior para poder obtener un sustento para sobrevivir.


La ciudad también parece de otra época. Edificios antiguos que parecieran estar a punto de caer, carencia absoluta de infraestructura vial, falta de veredas, pobreza, mucha basura, vacas que transitan por las calles como si fuesen un vehículo más, caos en el tránsito y mucha gente humilde, son las primeras impresiones que me deja la llegada a este país.

 

Muchas de estas imágenes encuentran su explicación a medida que vamos recorriendo la ciudad y nuestro guía local nos cuenta parte de su historia reciente. En Nepal se vivió bajo un régimen Monárquico hasta el año 1996, en donde comienza una guerra civil sangrienta que finaliza diez años después. El punto fuerte de esta lucha se daba en la zona de las montañas, lo que hizo que mucha de la gente que allí vivía se trasladara hasta Katmandú en busca de una relativa mayor seguridad. Esta ciudad pasó rápidamente de estar habitada por 500.000 personas a 3.000.000, sin estar preparada en ningún sentido para este gran cambio abrupto. En el año 2006 con el fin de la guerra civil, se instala un régimen democrático con un funcionamiento sumamente deficiente y corrupto. Como ejemplo más significativo se puede mencionar que al día de hoy, seis años después, aún no han podido redactar siquiera una sola hoja de la constitución del país y las leyes escasean, primando básicamente la tradición y los criterios aplicados por la policía a base de fuego.
En medio de este contexto, el primer destino del día fue conocer Swayambhu Mahachaitya. A este lugar se accedía luego de una larga escalinata, en la que en su cima habían además de algunos templos budistas e hinduístas , una vista maravillosa de la ciudad que contemplé con admiración e incredulidad de lo que mis ojos veían. En el camino muchos vendedores con un curioso buen dominio del idioma español ofrecían objetos diversos, entre los que predominaban cuchillos, collares y carteras. Se observan también plegarias, o quizás más bien una especia de rezos, que se hacen al girar unos cilindros que contienen escrituras ubicados tanto en las afueras como dentro, otra  escalinata con 365 escalones que reflejaba cada día del año, y personajes pintorescos por doquier.




 

El calor se empezaba a sentir y partimos rumbo a Hanuman Dhoka Durbar Square, nuestro segundo destino de un largo día. Al bajar del ómnibus nos impresionó la gran cantidad de basura que había en la zona y el fuerte olor que salía de un río cercano, el cual dejaba chico y cristalino a nuestro conocido Arroyo Miguelete. Comenzamos a transitar por las calles de tierra que llevaban al lugar y luego de evadir otro sinfín de vendedores diversos llegamos a destino. Nos encontramos con varios templos en honor al dios Shiva, pero lo que más me impresionó es la casa donde reside la Niña Diosa. Es una niña que es elegida entre varias de un pueblo específico y que debe tener determinados atributos particulares para poder ser nombrada como tal. Ojos grandes, brazos largos, un color de piel particular, no tener vello, entre otros tantos más. No puede abandonar ese lugar hasta alcanzar la pubertad, sus padres la pueden visitar en contadas ocasiones y sale únicamente para algunas oportunidades específicas. Una ves que deja de ser diosa, obtiene una pensión vitalicia y mantiene una vida como cualquier ser humano normal. No logramos verla más que por fotografías.

 


Como siguiente paseo del día, conocimos la ciudad de Bhaktapur. Al llegar pareciera que nos hubiese puesto en una máquina del tiempo y retrocedido fácilmente sesenta años. Casas de ladrillo con una faceta rústica y antigua, calles prácticamente sin veredas, callejones varios y unas cuanta plazoletas. Un lugar que me daba la sensación de estar viviendo una película de la segunda guerra mundial o similar, en lo que respecta a infraestructura edilicia. Algunos aprovecharon para almorzar allí, pero yo preferí salir a recorrer el lugar y hablar con gente el lugar para intentar meterme más de lleno en una realidad tan diferente a la mía.




Cómo último destino del día fuimos a visitar un crematorio, lo cual si bien era algo novedoso para nosotros, diferente y parte de la cultura que estábamos pretendiendo conocer, me parecía una invasión a la privacidad y al dolor de la gente allí se encontraba despidiendo a sus seres queridos. No voy a ahondar mucho en el tema, es algo muy fuerte, son los propios hijos quienes queman el cuerpo de su padre o madre, y posteriormente arrojan las cenizas al mar como parte de sus creencia religiosas.


Llegamos al hotel ya en horas de la tarde sumamente cansados, luego de un día sumamente cargado de información, aprendizaje y una apertura mental sumamente grande por ver una realidad completamente distinta a la que habíamos conocido hasta aquí en el viaje. Más tarde fue tiempo de cena grupal, ver unas danzas típicas y descanso, que mucha falta nos hacía.

2 comentarios:

  1. Bo, no te hagas el John Wayne saliendo a recorrer esas "callecitas" por la tuya que te van a picar pa queso!! jajaja

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  2. cuñaaa!!!! como siempre aprovechando la hora del almuerzo para leer tu bitacora!...
    que dificil imaginar esas culturas tan tan diferentes... muy heavie.
    gracias siempre por compartirlo con nosotros.
    los queremos!
    beso enoremeeeee

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